La feria de San Isidro 2017
La feria de San Isidro 2017 se recordará por los triunfos de un jovencísimo matador de toros, Ginés Marín, que además confirmaba alternativa; el de otro joven que también llevaba tiempo rozando la gloria en Las Ventas, Juan del Álamo; y el de un veterano con veintisiete años de alternativa a sus espaldas, pero con las mismas ilusiones que un debutante, Enrique Ponce. Todos ellos abrieron la soñada Puerta Grande de la Monumental de Las Ventas, además de los rejoneadores Diego Ventura (por partida doble), Leonardo Hernández y Sergio Galán. En total, siete salidas a hombros a lo largo de 32 festejos, incluidas las corridas de la Prensa, Beneficencia y Cultura. En este San Isidro 2017 se cortaron 30 orejas, casualmente el mismo número de trofeos que en 2016.
En el apartado ganadero, se lidiaron 210 toros de diez encastes diferentes, y dos de ellos fueron merecedores de la vuelta al ruedo, premio reservado a los ejemplares más bravos de cada temporada. Hablamos de “Hebrea”, de la ganadería de Jandilla, procedencia Domecq; y de “Liebre” de Rehuelga, procedencia Buendía. Además, otros 33 toros fueron ovacionados en el arrastre, llevándose la palma las divisas de Victorino Martín (con cuatro toros ovacionados) y las de Alcurrucén, La Quinta y Domingo Hernández (con tres toros ovacionados cada tarde).
El aforo medio de los 32 festejos alcanzó los 19.625 espectadores, lo que se traduce en un total de 628.000 visitantes a lo largo de todo el ciclo, una afluencia de público superior a 2016. Además, en nueve tardes se colgó en anhelado cartel de “no hay billetes”.
Afortunadamente, a diferencia de otras ocasiones, no fue un año sangriento, sumando ocho heridos. Pasaron por la enfermería los matadores Javier Jiménez, David Galván, Alejandro Talavante, Francisco José Espada, José Carlos Venegas y Alberto Aguilar; el novillero Juan Miguel, y el banderillero Manuel Muñoz.
Matadores de toros
Con sus veinte años recién cumplidos, Ginés Marín ha sido el único matador este San Isidro en cortarle las dos orejas a un mismo toro, ganando así todos los premios como torero revelación de la feria. Su precocidad, frescura y naturalidad ante un gran toro de Alcurrucén revolucionaron al público desde la primera serie con la mano izquierda. Tendrán que pasar muchas temporadas para olvidar los pases de pecho de Ginés Marín, los adornos de mucha torería y una eficaz estocada que, de un golpe, le permitió cumplir todos sus sueños. La salida a hombros hacia la calle Alcalá fue triunfal y un aliento de futuro, justo en el año en que se recordaba y homenajeaba a un grande del toreo, Manuel Rodríguez “Manolete”, quien habría cumplido cien años en este 2017. El pasado y el porvenir se daban la mano.
Juan del Álamo, con apenas seis años de alternativa, también abrió la Puerta Grande de Las Ventas por primera vez, después de haberla rozado en múltiples ocasiones. El salmantino cortó una oreja a cada uno de sus toros de Alcurrucén tras una primera faena llena de elegancia y una segunda vibrante, donde dejó muestras de su pundonor.
Enrique Ponce también descerrajó la Puerta Grande paseando una y una durante la corrida de Domingo Hernández. Hacía quince años que el valenciano no lograba salir a hombros hacia la Calle Alcalá. La suya fue una tarde de ambición, magisterio y técnica.
Otro de los nombres de la feria fue el de Alejandro Talavante, quien llegó a anunciarse hasta cuatro veces durante el ciclo –incluyendo Beneficencia- y paseó un total de tres orejas repartidas entre todas sus actuaciones, ante las corridas de El Puerto de San Lorenzo –donde toreó a cámara lenta y “crujió al natural” a un sobrero de Conde de Mayalde-, Núñez del Cuvillo y Victorino Martín. La tarde de Cuvillo, recibió una cornada de veinte centímetros en el muslo, pero se negó a entrar a la enfermería hasta rematar su faena. Con la herida fresca, reapareció para la de Victorino en uno de los festejos de mayor expectación.
Fue, sin duda, el San Isidro de los extremeños pues, además de Ginés Marín y Talavante, su paisano, Antonio Ferrera, entusiasmó al público venteño en sus dos comparecencias. La primera de ellas, con la corrida de Las Ramblas, en la que, casi sin toro, se inventó una templada faena a media altura que le valió una oreja. Regresó para la de Adolfo Martín, donde no tocó pelo, pero volvió a desplegar su torería y su saber durante la lidia.
Morenito de Aranda fue el torero en “abrir la lata” en San Isidro 2017, paseando la primera oreja del serial gracias a una faena con transmisión y colocación impecable ante un toro interesante de El Ventorrillo.
Días después, durante la corrida de Parladé, el palco presidencial concedió una oreja al madrileño David Mora; trofeo que fue protestado por cierto sector del público.
No hubo reproches, en cambio, con la oreja paseada por El Juli ante un ejemplar de Alcurrucén al que bajó la mano, toreó largo y mató de un estoconazo, el mismo día en que confirmaba la alternativa a dos que empiezan: Ginés Marín y Álvaro Lorenzo. Esa tarde, el veterano dejó claro que aún le queda mucho carrete para mandar en el toreo.
Justo un día después, su compañero, Sebastián Castella, se las vio con el huracán de bravura que fue “Hebrea”, de Jandilla. El francés comenzó la faena de forma vibrante en los medios, predominando los muletazos por la derecha, bajando la mano. La colocación de la espada, media y trasera, hizo que el premio a su esfuerzo quedara en una oreja.
Quien se mostró un cañón con el estoque fue el mexicano Joselito Adame, quien paseó un trofeo gracias a una estocada sin muleta, de matar o morir, nada ortodoxa, pero sí de las más espectaculares de la feria a un ejemplar de El Torero.
Otro extremeño que tocó pelo: Miguel Ángel Perera en la corrida de Victoriano del Río. Anduvo clásico, templado y firme, en una labor de ligazón rematada por una buena estocada. Esa misma tarde, también tocó pelo Andrés Roca Rey ante un toro manso y rajado al que armó un lío casi pegado a tablas. El joven peruano hizo un alarde de dominio y seguridad, sacando agua de un pozo que parecía seco.
Para terminar el balance de los toreros que cortaron una oreja en San Isidro, falta nombrar a Gómez del Pilar, quien paseó un trofeo de un encastado Dolores Aguirre, al que recibió a porta gayola para torearlo después con ligazón.
Aunque no tocaron pelo, también hay que destacar las actuaciones de Fortes y Gonzalo Caballero, premiadas con la vuelta al ruedo. El malagueño, tremendamente honesto toda la tarde, puso al público en pie con unas escalofriantes bernadinas de cierre; mientras que Caballero ejecutó una de las estocadas de la feria.
San Isidro 2017 también dejó un milagro, cuando Paco Ureña se libró de ser aprisionado contra las tablas por un violento toro de Montalvo; una lección de arrojo del francés Juan Leal en la corrida de Valdefresno; un derroche de inventiva del francés Juan Bautista, quien se sacó de la manga un nuevo quite con el capote al que ya se conoce “la jalabertina”, en honor a su apellido; y un emocionante minuto de silencio en honor a Víctor Barrio, el día en que se cumplía un año de su última tarde en Las Ventas.
También fue el último San Isidro de un torero no madrileño, pero sí de Madrid, Iván Fandiño, quien fallecería días después, el 17 de junio, en la plaza francesa de Aire Sur L’Adour bajo el pitón de un toro de Baltasar Ibán. Fandiño hizo el paseíllo por última vez en Las Ventas el 29 de mayo, recibiendo al toro de su despedida en la puerta de toriles, a cara o cruz, como fue su vida.
Toros
El toro “Hebrea”, de la ganadería de Jandilla, saltó al ruedo de Las Ventas el 26 de mayo, demostrando ser, desde el saludo capotero, un manantial de bravura. Armónico, de cuello largo, muy astifino y de enorme trapío, le tocó en suerte al matador francés Sebastián Castella, quien logró cortarle una oreja. Al final, la presidencia decidió sacar el pañuelo azul para premiar a “Hebrea” por su casta y embestidas sin fin.
El 7 de junio llegó el turno del otro toro de la feria, premiado con la vuelta de honor: de nombre “Liebre”, procedente de la ganadería de Rehuelga. Un cinqueño imponente de 647 kilos, que tomó hasta tres varas en el primer tercio, y que en la muleta tuvo movilidad y humillación. Alberto Aguilar, ovacionado, tuvo que sobreponerse de un pitonazo en el muslo, dejando una faena de menos a más.
Pero además de “Hebrea” y “Liebre” destacaron por su juego un elevado número de ejemplares, como “Temeroso” de La Quinta, lidiado en la primera de abono por Javier Jiménez; “Cetero” de El Ventorrillo, con el que Morenito de Aranda cortó la primera oreja de la feria; “Escandaloso” de Montalvo, que le cayó en suerte a Curro Díaz el día de la festividad de San Isidro; “Hortelano” de Fuente Ymbro, que casi posibilita que El Fandi paseara una oreja pedida por el graderío; los encastados “Tristón” y “Nenito” de Núñez del Cuvillo, el lote de un soberbio Alejandro Talavante que a punto estuvo de salir a hombros si no marra con la espada; “Barberillo” de Alcurrucén, con el que Ginés Marín confirmó la alternativa y abrió la Puerta Grande; “Cojito” de Victoriano del Río, un castaño chorreado lidiado por López Simón; “Libertino”, “Inclusero” y, sobre todo, “Granaíno”, todos ellos de la ganadería de Domingo Hernández, que tomaba antigüedad en Las Ventas con una corrida de nota y algunos de los mejores tercios de varas del ciclo; “Embustero” de Celestino Cuadri, que hirió a José Carlos Venegas al final de una faena por bernadinas; “Burgalito” de Dolores Aguirre, divisa que no lidiaba en Madrid desde 2010, y al que Gómez del Pilar cortó una oreja; “Pastelero” de Victorino Martín, sin duda, uno de los toros más fieros y encastados de la feria, y gracias al cual Paco Ureña dio dos vueltas al ruedo tras pinchar su faena; “Coquinero” de Rehuelga, premiado a la postre por el Consejo General de Colegios Veterinarios; y “Licenciado” y “Antequerano”, de Alcurrucén, ganadería que hacía doblete en el ciclo, y que permitió la Puerta Grande de Juan del Álamo.
Picadores
Desgraciadamente, la feria de San Isidro 2017 no se caracterizó por sus grandes tercios de varas; aunque algunos varilargueros sí que brillaron por su eficacia o pureza en una suerte que, ejecutada correctamente, es de enorme belleza. Los citados a continuación fueron, entre otros, aplaudidos u ovacionados tras concluir su labor a caballo: Tito Sandoval, que destacó tanto en la corrida de Montalvo como en la de Victoriano del Río; Curro Sánchez; José Doblado; Francisco Ponz “Puchano”; Pedro Iturralde, y Juan Carlos Sánchez.
Banderilleros
Más que los picadores, destacaron los hombres de plata que, durante el segundo tercio, dejaron algunos momentos memorables, de gran emoción, amor propio y torería, pues ya dijo el poeta Manuel Machado que “su deseo primero hubiera sido ser un buen banderillero”. Durante San Isidro, tuvieron que saludar tras su intervención: Roberto Martín “Jarocho”, Pascual Mellinas, Víctor Manuel Martínez, Ángel Otero, Domingo Siro, Jesús Arruga, Raúl Martí, “El Sirio”, José Chacón, Vicente Herrera, Rafael Viotti, Fernando Sánchez, Morenito de Arles, Curro Javier, Pepín Monge, Jesús Robledo “Tito”, Iván García, Alberto Zayas, Miguel Martín y Marco Leal.
Durante la corrida de Montalvo, resultó cogido en el muslo el tercero de Curro Díaz, Manuel Muñoz. Sustos también, aunque sin llegar la sangre al río, para Víctor Manuel Martínez, que puso un par heroico; “El Sirio”, que tuvo que dar una carrera a pelo hasta las tablas, y Pascual Mellinas, que casi queda apresado contra el callejón.
El conocimiento del toro, los terrenos y las distancias, la agilidad y la suavidad con el capote son requisitos fundamentales para una buena lidia, arte indispensable pues puede mejorar o empeorar las embestidas del animal en el último tercio. En San Isidro, se premió la impecable labor de los siguientes hombres de plata: Rafael González, Miguel Martín, José Daniel Ruano, Jesús Díez “Fini”, Javier Ambel, José Antonio Carretero, Joselito Rus, Iván García, Pedro Vicente Roldán y Marco Galán.
Novilleros
En la primera novillada del ciclo isidril, hicieron el paseíllo el venezolano Jesús Enrique Colombo, que hacía su presentación, y los sevillanos Pablo Aguado y Rafael Serna, ante novillos de El Montecillo que dieron buen juego. Durante el festejo, destacó la actitud de Colombo, quien puso banderillas y dejó una actuación meritoria y emocionante premiada con la vuelta al ruedo a pesar de la petición de oreja por parte del público, quien conectó rápidamente con el novillero. También brilló Aguado toreando con el capote, a la verónica y rodilla en tierra, y por un estoconazo al quinto.
En la segunda novillada, los utreros de Montealto, nobles pero con poco fuelle, no dieron tanto juego. En un cartel internacional, tan sólo Diego Carretero saludó una ovación, mientras que el mexicano Leo Valadez y el francés Andy Younes, que se presentaba, fueron silenciados. Sin embargo, hubo dos momentos vibrantes. El primero, cuando un novillo, al entrar a matar, prendió a Carretero en un final por bernadinas y, milagrosamente, sólo le rompió la taleguilla. El segundo, un vistoso y variado quite por crinolinas de Valadez.
Hasta la tercera y última novillada del serial no se tocó pelo. El premio recayó en el madrileño Juan Miguel, que conmocionó al público con una fea voltereta. No se afligió el joven que finalizó su actuación metiéndose entre los pitones. Volvía a Las Ventas otro madrileño, Ángel Sánchez, que había entusiasmado a comienzos de temporada con una novillada de La Quinta. Esta vez, no tuvo tanta suerte y sólo saludó una ovación ante el utrero más interesante de Flor de Jara. Se llevó el peor lote el salmantino Alejandro Marcos, que fue silenciado.
Rejoneadores
La primera Puerta Grande de la temporada madrileña llevó la rúbrica del rejoneador Diego Ventura. Paseó una oreja de cada uno de sus toros, procedentes de la ganadería de Los Espartales, mezclando a la perfección suavidad con riesgo. Ocho días más tarde, en la corrida de El Capea, hizo una exhibición de conocimientos y volvió a salir a hombros tras enfrentarse en un mano a mano con Leonardo Hernández, quien también salió en volandas. El portugués paseó tres trofeos, desorejando al tercero de la tarde y emocionando al respetable, que acabó en pie ante la espectacularidad de Ventura, quien ya suma catorce Puertas Grandes a lo largo de su brillante trayectoria.
Leonardo Hernández, por su parte, cortó dos orejas -una a cada uno de su lote- aprovechando el buen juego de los murubes de El Capea. Bajo la lluvia, vibrante, enrazado, y a lomos de “Despacio”, clavó un soberbio par a dos manos. En el sexto, apretó el acelerador para lograr arrancar una oreja que le posibilitara salir junto a Ventura por la Puerta Grande de la Monumental madrileña. Y lo logró.
La tercera salida a hombros en el capítulo del rejoneo llevó el nombre de Sergio Galán, quien paseó tres orejas a pesar de las complicaciones planteadas por los toros de Fermín Bohórquez. Más rotundo que nunca, sumó así su octava Puerta Grande. Esa misma tarde, también tocó pelo –una oreja- la francesa Lea Vicens. La amazona sufrió una aparatosa caída, afortunadamente sin consecuencias graves.