Más vale presupuestar que lamentar
El consumidor:
El consumidor llevó su coche al taller para una reparación, donde le comentaron, de manera orientativa, que parecía que el problema estaba en el manguito y que el trabajo podía costarle 200 euros, pero que no se podía saber el importe exacto hasta que no se analizara la avería. Cuando fue a recogerlo, le comunicaron que el problema había sido de otra pieza y que la factura ascendía a un total de 1.200 euros.
La empresa:
La empresa explicó la naturaleza de la avería y probó ante el tribunal arbitral que el usuario había renunciado a la elaboración de un presupuesto al firmar la orden de reparación.
El colegio arbitral:
Ante las manifestaciones de las partes y teniendo en cuenta la documentación aportada al expediente, el tribunal arbitral desestimó las pretensiones de la parte reclamante, ya que él mismo había firmado la renuncia al presupuesto.