Puentes históricos

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De la confluencia de caminos y ríos surge la necesidad de enlazar ambos márgenes: es ahí donde el camino se transforma y surge el puente, como cruce de caminos y encuentro de localidades y personas

Los puentes siempre surgen como respuesta a unas necesidades concretas, así como a unos condicionantes del entorno. Por ello, son testimonio de otras épocas y del transcurso de los años, constituyendo un legado histórico de gran interés y un amplio repertorio de materiales y soluciones, tanto constructivas como estructurales.

La Comunidad de Madrid, a través de la Dirección General de Patrimonio Cultural, trabaja en la recuperación, conservación y restauración de este tipo de patrimonio. Para ello ha diseñado el Plan de actuación sobre puentes históricos, capaz de inventariar y catalogar estos elementos, analizar su estado de conservación y recuperados para su uso. Una de las prioridades pasa por dar a conocer los valores culturales de los puentes históricos, al objeto de incentivar su disfrute público, así como por integrarlos en rutas turísticas de corte patrimonial y medioambiental, entendiendo el puente como “cruce de caminos” y como un elemento integrado en el paisaje.

 

A las afueras del casco urbano, al final del camino que parte de la rotonda trasera de la Cartuja y desemboca en una chopera, se yergue este puente medieval, actualmente en desuso al haberse desplazado el curso del río Jarama con el paso de los años. De factura medieval con transformaciones posteriores, que como tantos tuvo un origen romano este puente se situaba en la “ruta del Jarama” sobre el antiguo camino de Francia.

La longitud del puente alcanza 150 m. Está realizado con sillares de piedra caliza de Tamajón, mampostería y granito de Colmenar, cuyo trazado va quebrándose ofreciendo una anchura de tablero variable, lo que se refleja en sus desembocaduras, regular la más alejada, entre pretiles paralelos; con un pronunciado ensanchamiento la más cercana. Otra peculiaridad de este puente es que lo constituyen un gran arco central y cuatro menores que se desarrollan únicamente hacia una de las vertientes, posiblemente debido a la topografía del terreno junto al antiguo curso del río Jarama.

El puente se sometió a un proceso de restauración integral en 2008. Para ello se realizó un estudio previo de sus características formales y constructivas, así como de patologías y carencias.

En primer lugar, se efectuaron catas arqueológicas con el fin de establecer la cota de arranque de pilas, bóvedas y tajamares y analizar la estratigrafía de sedimentos. Además, se realizó una lectura de paramentos, permitiendo, por todo ello, obtener información e identificar las distintas etapas históricas, constructivas y de uso del puente.

La principal actuación se realizó en la plataforma, que se impermeabilizó para evitar la transmisión de humedades a las bóvedas, para lo cual se levantó el pavimento, se creó una solera de hormigón de cal, arena y grava de 15 cm, con armadura en masa de hormigón a base de fibras de polipropileno. Posteriormente, se repuso el  pavimento.

Los trabajos más delicados fueron el desmontado de la pavimentación existente sobre los vanos dos, tres y cuatro, previa numeración, planimetría y fotografía. Algunas losas se restauraron y cosieron para ser reutilizadas. El resto se pavimentó con empedrado de canto rodado, dejando sendas filas perimetrales de losas de piedra de Campaspero.

El sistema de recogida de aguas estaba concebido de modo que era el propio tablero del puente el que actuaba como gran canaleta que conducía el agua al exterior. Se respetó el sistema, pero recogiendo el agua al principio (zona de entrada del puente) y al final del tablero. Para ello se colocaron unas piezas de piedra caliza, a modo de rejilla que recogen el agua en esos puntos. Debajo de estas piezas se dispuso una canaleta que conduce el agua a  ambos lados del puente. En el encuentro de la tubería y el terreno se colocó una capa de grava drenante.

En los pretiles, paramentos verticales y tajamares se limpió la vegetación enraizada, se picó y rejuntó la piedra  y rellenaron las oquedades existentes, realizando el sellado de las grietas y repaso de juntas con mortero de cal. Se impermeabilizó con morteros hidrofugantes la cara superior de los pretiles.

Finalmente, se prolongó la rampa del tablero hasta unirla con la cota del terreno con un suplemento en hormigón armado en cubierta de cantos rodados y delimitada con bolardos de fundición para evitar el paso de vehículos y se acondicionó el camino de acceso. 

Plan de actuación sobre puentes históricos. Puente de Talamanca del Jarama