Yacimiento Calatalifa en Villaviciosa de Odón
Bien de Interés Cultural en la cateogoría de Zona de Interés Arqueológico
El yacimiento de Calatalifa es un valioso testimonio material de la cultura andalusí en el territorio de la Comunidad de Madrid, localizado al sudoeste del término municipal de Villaviciosa de Odón. Calatalifa significa «Castillo del Califa» (Qal´at Jalifa) y, como indica su nombre, sería una qala vinculada a un eje fluvial y de comunicaciones importantes como fue en la Edad Media el valle del Guadarrama, el camino natural y más directo desde los puertos de Tablada y la Fuenfría hacia Toledo.
Contexto histórico
El yacimiento de Calatalifa es un valioso testimonio material de la cultura islámica en
la Comunidad de Madrid, ya que se trata de uno de los cuatro asentamientos andalusíes más importantes de la región, entonces perteneciente a la Marca Media, junto con Alcalá la Vieja, Talamanca del Jarama y Madrid.
Se trata de una de las escasas ciudades andalusíes localizadas y fosilizadas en el tiempo. Esto adquiere un valor añadido en los territorios que actualmente conforman la Comunidad de Madrid, donde la presencia de vestigios islámicos no es especialmente abundante y, en muchos casos, o son de menor entidad o, como en el caso de la propia capital, están ocultos o muy transformados por la evolución posterior del poblamiento.
El enclave, además, tiene gran valor cultural para conocer cómo fueron las ciudades
andalusíes de la meseta, ya que durante las distintas intervenciones arqueológicas se han ido localizando numerosos elementos que conformaron la misma.
La huella andalusí en la Comunidad de Madrid no solo se aprecia en la toponimia urbana y fluvial, sino también en los restos de fortificaciones con las que se protegió la zona de frontera. Un ejemplo de ello es el asentamiento de Calatalifa, cuya ocupación se extiende desde el siglo IX hasta la conquista castellana, abandonándose el asentamiento durante la baja Edad Media. Sin embargo, en las excavaciones arqueológicas se ha constatado la presencia de una ocupación emiral e incluso anterior.
Utilizando el valle surcado por el río Guadarrama, el camino estaría jalonado por una serie de fortificaciones de gran importancia, como son Olmos y Canales, que unidas a la fortificación de Calatalifa suponían punto de parada y avituallamiento en dirección al Wadi Ummayyat, que se vincula al puerto de Tablada.
Por otro lado, probablemente la vía que proviene de Talavera de la Reina, Talabira andalusí, en dirección a Mayrit (Madrid) y de aquí hacía Qal’at Abd-al Salam (Alcalá la Vieja), serviría de variante y supondría un cruce de caminos a la altura de Calatalifa.
El enclave, por su extensión y hallazgos, era algo más que un simple lugar de vigía o
castillo. La población, con un carácter militar, tendría además otros recursos y ocupaciones, con una agricultura eminentemente hortícola, como apuntan los hallazgos de arcaduces de noria, y ganadería ovina y caprina. Los restos cerámicos encontrados apuntan a la existencia de telares y alfares.
Las primeras noticias sobre este asentamiento en las fuentes escritas pertenecen al cronista Ibn Hayyan en las crónicas sobre el Califa Abd al-Rahman III, en las que relata
cómo en el año 939 el califa dirigió la campaña contra la base cristiana de Simancas. Tras pasar por Toledo y Olmos, se detuvo en Calatalifa donde le sorprendió un eclipse solar. Un año más tarde, comenzaría la fortificación del lugar por un gobernador o qaid de la familia de los Banu Di l-Nun nombrado por el califa.
Tras la conquista cristiana, Calatalifa quedó englobada en el territorio que entonces se concedió a la ciudad de Segovia. La primera referencia en fuentes tras la conquista es del año 1118, figurando como lugar de medianedo, convirtiéndose en un lugar con ventajas para su repoblación por parte de castellanos. Desdre la década de los 80, se han realizado distintas prospecciones, excavaciones, y estudio y consolidación de estructuras del yacimiento.
Descripción del yacimiento
Calatalifa está configurado por un cerro principal, el del Miradero, que se ubica en la orilla oriental del Guadarrama y a una altura de 600 metros. La elevación más occidental está muy erosionada y ha sufrido el derrumbe de parte de la estructura. Se configuraba como una alcazaba-fortaleza y un conjunto amurallado. Se ha documentado cerámica en dispersión en varias parcelas aledañas, lo que apunta a la presencia de arrabales y de un maqbara (cementerio) en su perímetro, completando la estructura urbana.
Aunque actualmente son escasos los restos visibles, cabe destacar la conservación de dos aljibes, situados respectivamente en la zona elevada del recinto y en el talud que domina el cauce del río Guadarrama y del tramo de muralla.
La inmensa mayoría de la cerámica encontrada, la mayor parte custodiada hoy en el Museo Arqueológico Nacional, tiene una cronología islámica, habiéndose localizado gran variedad de formas: ataifores, ollas, cazuelas, tapaderas, tazas, jarras, cántaros, tarros o candiles. Algunas cerámicas están decoradas con motivos variados como flores de loto, motivos zoomorfos o epigráficos y, aunque con una frecuencia mucho menor, por ser piezas de mayor lujo, aparecen fragmentos de cerámica decorada con cuerda seca. Esta cerámica parece corresponderse con las distintas fases de ocupación islámica del lugar, desde al menos el siglo IX al siglo XI.
Entre los hallazgos también figura material numismático de cronología andalusí y utensilios metálicos como cuchillos, herraduras o hebillas.