La Dehesa de la Villa
Bien de Interés Cultural en la categoría de Paisaje Cultural
La Dehesa de la Villa guarda una parte importante de la memoria del paisaje productivo de la ciudad de Madrid, con una historia de casi nueve siglos. Ha sido fuente de abastecimiento primario de caza, leña, cultivos, ganadería o agua, y ejemplifica como pocos parques urbanos la evolución de la ciudad y de la sociedad madrileña y su aprovechamiento del medio.
Cuenta con notables vestigios patrimoniales como los restos del Paleolítico Inferior del yacimiento Achelense, el Viaje de Agua de Amaniel, un fragmento de la antigua Tapia del Pardo, el trazado de la Acequia del Norte o restos de construcciones de la Guerra Civil.
Además de reunir valores históricos, botánicos y patrimoniales, su valor social e identitario radica en el hecho de haber sido un espacio de uso público para los habitantes, una singularidad frente a otros espacios verdes históricos de la capital.
Evolución histórica de la Dehesa de la Villa
Ubicada en el Distrito de Moncloa-Aravaca, la Dehesa de la Villa ocupa un promontorio sobre la margen izquierda del río Manzanares cuyos recursos han sido explotados desde el Paleolítico. En la Dehesa se ha localizado un yacimiento achelense, en el que se hallaron herramientas líticas.
En 1152 Alfonso VII donó a perpetuidad a la Villa de Madrid los terrenos situados entre la sierra y la ciudad, en los que estaba ubicada el espacio de lo que después sería la Dehesa de la Villa. En el siglo XV, estos terrenos entonces denominados Monte de Amaniel, constituían una zona acotada y arbolada con pastos comunales destinados al ganado, la caza y la extracción de leña. Posteriormente, se convirtió en dehesa carnicera para el pasto de los animales.
Tras el traslado de la corte a Madrid en el siglo XVI, se incrementó considerablemente la población madrileña y, como consecuencia, la demanda de recursos básicos, de manera que los acuíferos que habían surtido hasta entonces a la Villa resultaron insuficientes.
El descubrimiento de abundante agua en la Dehesa de la Villa y su ubicación geográfica facilitaron la construcción del viaje de agua de Amaniel, ya durante el reinado de Felipe III, asegurando el abastecimiento de agua a la población y el desarrollo urbano de Madrid alejado del río.
Con el transcurso del tiempo, la Dehesa de Amaniel fue perdiendo superficie, especialmente durante el reinado de Carlos IV, cuando se establecieron unos límites de extensión similares a los actuales.
En el siglo XIX, a partir de la creación del Canal de Isabel II, la Dehesa pasó de suministrar agua a la Villa a regar las reales posesiones de la Florida y el Monte del Pardo, a través de la Acequia del Norte o El Canalillo. Por esta época también se llevó a cabo una reforestación con miles de pinos a cargo del ingeniero agrónomo Celedonio Rodrigáñez con el objetivo de mejorar la salud urbana y la calidad del aire en un cinturón verde alrededor de Madrid.
Se levantaron algunas instituciones asistenciales y a partir de inicios del siglo XX fue transformándose en un lugar cada vez más frecuentado por los madrileños para pasar un día de campo. Durante la Guerra Civil fue parte del frente, lo que transformó significativamente su fisonomía con la construcción de trincheras, búnkeres y un puesto de mando. La Dehesa ha sido desde entonces, hasta el presente, lugar de ocio y encuentro de los ciudadanos que han reivindicado en numerosas ocasiones su valor comunal como espacio público, defendiendo su protección y cuidado.
Bien de Interés Cultural en la categoría de Paisaje Cultural
- Yacimiento achelense: que relaciona su territorio con el de otros yacimientos análogos a lo largo del río Manzanares.
- Senda Real: camino histórico de enlace de Madrid con Manzanares el Real que pervive desde hace más de 600 años. Hoy es el sendero GR-124.
- Viaje de agua de Amaniel o de Palacio: construido en el siglo XVII, durante el reinado de Felipe III, para el abastecimiento de agua del Real Alcázar. En sus inmediaciones se ha descubierto y musealizado recientemente una de las arcas en las que el agua se decantaba y distribuía a las fuentes. En la dehesa se han localizado ocho capirotes de granito y un brocal, que señalizaban y cerraban los pozos verticales.
- Tapia del Pardo: se conserva un tramo, de 14 metros de longitud, de la tapia que Fernando VI mandó levantar a mediados del siglo XVIII, para evitar la caza furtiva y el destrozo de los cultivos de la zona por el tránsito de ganado.
- Acequia del Norte o Canalillo: se trataba de un canal a cielo abierto proyectado en 1863 por el ingeniero Juan de Ribera Piferrer para recoger el excedente del agua del Canal de Isabel II y emplearlo para el riego de los campos y huertas de Madrid y de las posesiones reales.
- Fortificaciones de la Guerra Civil: búnker en la calle Pirineos, búnker situado en la
Curva de la Muerte, refugio situado en la loma al norte del Cerro de los Locos, búnker y puesto de mando del Canalillo. - Elementos botánicos y paisajísticos: conjunto de más de 8500 árboles, siendo mayoritario el pino piñonero, junto a otras especies como fresnos, chopos, cedros, encinas y alcornoques. Constituyen un bosque urbano de especial valor ecológico para la ciudad de Madrid, incluyendo una fauna diversa y numerosa, con más de 100 especies de aves identificadas.
Junto a estas construcciones, se conservan otras como la llamada Fuente de la Tomasa, Casa del Escudo, el Centro de Información y Educación Ambiental Dehesa de la Villa, la estatua de Andrés Bello y un buen número de cotos de piedra y mojones.