ENTREVISTA A LUIS MIGUEL DE LA CRUZ, RESPONSABLE DE LOS FONDOS DE CLERO.
En una entrevista concedida al programa 'Las tardes del Ciudadano García' de Radio Nacional de España, Luis Miguel de la Cruz, Jefe de Sección de Archivos, responsable de los fondos de Clero del Archivo Histórico Nacional, nos habla de los orígenes de este importante archivo estatal y destaca que España es, junto con Italia, el país que ha conservado la mayor riqueza de variedad tipológica de archivos procedentes del Antiguo Régimen.
20 agosto 2015
Emisora: Radio Nacional de España
Programa: Las tardes del Ciudadano García
Fecha: 18 de agosto de 2015
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ENTREVISTA A LUIS MIGUEL DE LA CRUZ, JEFE DE SECCIÓN DE ARCHIVOS, RESPONSABLE DE LOS FONDOS DE CLERO DEL ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL Un 18 de agosto de 1850, ve la luz una Real Orden que disponía el paso a la Real Academia de la Historia de la documentación de los archivos de las órdenes monásticas, formados por una riquísima documentación reunida a lo largo de siglos y de valor incalculable. Años después, y por Real Decreto de 28 de marzo de 1866, se crea el Archivo Histórico Nacional, como Archivo Público General del Reino, con la misión de organizar este gran volumen documental. Luis Miguel de la Cruz, Jefe de Sección de Archivos, responsable de los fondos de Clero del Archivo Histórico Nacional, nos habla de este importante archivo, de sus documentos más antiguos, del trabajo de los archiveros y del valor de los documentos, por encima de su antigüedad. |
Historia del Archivo
El siglo XIX ha sido considerado un periodo trascendental y decisivo en la creación de las instituciones archivísticas de nuestro país. En 1836,y de la mano de los decretos de Mendizábal, se produce un acontecimiento que va a marcar la historia económica española. Este fenómeno, consistente en la mayor movilización de riqueza agraria producido en el siglo XIX, va a tener importantes repercusiones en los archivos, ya que hace pasar al Estado no sólo las propiedades de numerosas comunidades religiosas, sino también los archivos de las instituciones afectadas, formados por una riquísima documentación reunida a lo largo de siglos y de valor incalculable.
Este conjunto documental, sin valor administrativo, se acumula en diversas dependencias de las Delegaciones de Hacienda, dificultando su funcionamiento. La Real Academia de la Historia, consciente del valor histórico que tenían dichos fondos, solicita su custodia, hecho que se produce en 1850, en cumplimiento de la Real Orden de 18 de agosto, que disponía el paso a dicha Academia de la documentación de los archivos de las órdenes monásticas.

Los años siguientes serán decisivos para los archivos en nuestro país, pudiéndose señalar fundamentalmente dos contecimientos. En primer lugar, la promulgación en 1857 de la Ley de Instrucción Pública, conocida como la Ley Moyano. Esta norma, además de organizar el sistema educativo, sienta las bases del futuro sistema archivístico español; así, en su Título IV, en los artículos 165 y 166, establece una clasificación y distinción de los archivos y la creación de un cuerpo de profesionales que se ocupará de los archivos y de las bibliotecas (Cuerpo Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios), y al que se accederá después de demostrar el conocimiento profundo de una gran cantidad de disciplinas humanísticas.
Y, en segundo lugar, el informe redactado en 1866 por Pascual de Gayangos y Tomás Muñoz y Romero, por el que, ante la imposibilidad de la Real Academia de la Historia para organizar los documentos procedentes de las órdenes monásticas, solicitaron al Ministro de Fomento la creación del Archivo Histórico Nacional.
Archivo Público General del Reino
De esta manera, y por Real Decreto de 28 de marzo de 1866, se crea el Archivo Histórico Nacional, como Archivo Público General del Reino, con la misión de organizar este gran volumen documental y al que, según establecía el artículo 4 del citado Real Decreto de creación, debería trasladarse también toda la documentación que estuviera aún en las Administraciones de la Hacienda Pública y que no fuera indispensable para acreditar derechos de propiedad. Nace este Archivo con la vocación de convertirse con los años en “uno de los más importantes y completos depósitos diplomáticos de la Edad Media que existan en Europa”; a este conjunto documental originario se irán uniendo importantes fondos documentales producidos durante la Edad Moderna y Contemporánea.
El Archivo Histórico Nacional, a diferencia de otros Archivos Generales, no nace para recoger fondos de instituciones con actividad administrativa, sino de las desaparecidas con el Antiguo Régimen, con el fin de favorecer su conservación y estudio.

Primera ubicación
Su primera ubicación fue unos pequeños locales situados en la planta baja del edificio del Nuevo Rezado, en la calle León, en Madrid, donde tenía su sede la Real Academia de la Historia. Aquí permanecerá hasta que por Real Orden de 5 de marzo de 1894 se autoriza su instalación en el nuevo Palacio de Bibliotecas y Museos, recientemente construido. El traslado efectivo se produce en 1896, año en que se encarga la Dirección del Archivo a Vicente Vignau. Estos dos hechos serán trascendentales para la institución, que ve solucionado su problema de espacio, y cuenta al frente con un archivero de gran dinamismo, que no sólo incrementará notablemente sus fondos, sino que le dotará de un cuadro de organización, al estilo de otros archivos europeos. Durante este período, se producirán importantes ingresos de documentación, pudiendo destacar la procedente del Consejo de Órdenes, de los antiguos Consejos suprimidos, del recién extinguido Ministerio de Ultramar, así como los fondos de carácter histórico del Archivo General Central de Alcalá de Henares, al prevalecer su función de archivo administrativo.
Merece la pena destacar el papel jugado por el Archivo Histórico Nacional durante la Guerra Civil, que actúa, al igual que la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico Nacional en sus respectivos ámbitos, en la salvaguardia del Patrimonio Documental, depositándose en él numerosos fondos entre agosto de 1936 y noviembre de 1938.
El Archivo sigue instalado en el Palacio de Bibliotecas y Museos hasta 1953, fecha en que se produce su traslado al edificio actual, situado en el complejo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en la calle Serrano, y construido expresamente para albergar el Archivo Histórico Nacional. Este edificio le va a dotar de una independencia que nunca había tenido hasta entonces y le permitirá iniciar una nueva época, en la que además de recoger no sólo la documentación de instituciones fenecidas en el tiempo, comienza a recibir las transferencias de fondos de instituciones contemporáneas de la Administración General del Estado, a raíz de la desaparición del Archivo General Central de Alcalá de Henares en 1939.
Instituciones archivísticas vinculadas
En el último periodo se vinculan al Archivo Histórico Nacional dos instituciones archivísticas de gran importancia y que, pese a ser creadas como Secciones del Archivo Histórico Nacional, han mantenido siempre su autonomía. Es el caso de la Sección Guerra Civil, situada en Salamanca, que funcionó entre 1979 y 1999, año en que pasó a ser el Archivo General de la Guerra Civil Española, hoy integrado en el Centro Documental de la Memoria Histórica. Por otra parte, en 1993 se crea la Sección Nobleza, con importantes fondos nobiliarios depositados hasta entonces en la sede de la calle Serrano de Madrid, que se trasladan a su sede actual en el Hospital Tavera de Toledo.
De los 97.481 documentos y 346 códices y libros impresos con los que inicia su andadura, se ha pasado a un total de 43.535 metros lineales de documentación, estando pendiente aún de recibir una gran cantidad de fondos históricos, que se conservan en el Archivo General de la Administración y que, debido a su volumen, sólo podrán ser transferidos una vez que el Archivo Histórico Nacional disponga de una sede con capacidad suficiente.
Actualmente, aunque sus depósitos documentales están cercanos a su saturación, se sigue recibiendo documentación. De esta manera, entre sus fondos se conservan desde pergaminos medievales hasta documentos creados con las últimas tecnologías que testimonian la historia reciente.