Yacimiento La Mezquita en Cadalso de los Vidrios
Bien de Interés Cultural en la categoría de Zona arqueológica
Contexto histórico
Cadalso de los Vidrios presenta una posición geográfica privilegiada como vaguada entre dos mesetas, en contacto con las zonas sur y oriental de la Sierra de Gredos, convirtiéndose en paso estratégico entre Toledo y Ávila a lo largo de la historia. De esta forma, ya en época romana hubo un asentamiento conocido como Las Ventas, lugar de paso de uno de los caminos que comunicaba Ávila, Segovia, Toledo y Augustobriga.
Posteriormente, también constituyó punto de paso en la ruta desde el norte de Castilla a Toledo, configurándose como enclave defensivo a través de su fortificación. De esta forma, se convirtió en baluarte de la defensa de Toledo frente a los avances del reino de Castilla, situación fronteriza que condiciona en gran medida su historia en época medieval.
Aunque los primeros vestigios localizados en el municipio datan de época altomedieval e islámica, Cadalso de los Vidrios adquiere importancia a partir de la época bajomedieval, primero como aldea y posteriormente como villa. Tras la conquista llevada a cabo por Alfonso VI, las murallas fueron reparadas en el año 1082, concediéndole este monarca el fuero y nombramiento de «Villa Muy Noble y Muy Leal». Durante los siglos XII y XIII, la aldea de Cadalso fue adquiriendo importancia, otorgándosele diversos fueros y privilegios reales.
Cadalso de los Vidrios tuvo en 1468 un papel histórico fundamental al convertirse en escenario del encuentro entre Enrique IV de Castilla y su hermanastra Isabel I, conocida posteriormente como «La Católica», alojándose el primero en el Palacio del Marqués de Villena, que se reflejó en un acuerdo con el que culminaron las negociaciones, según las cuales se ratificaba a Enrique IV como legítimo rey y se proclamaba a Isabel como heredera al trono de Castilla.
De esta época datan la mayor parte de los enterramientos de familias pudientes que han aflorado en el yacimiento arqueológico de La Mezquita, asociados a la presencia de la iglesia existente en el mismo. Este yacimiento constituye uno de los espacios patrimoniales bajomedievales más destacados de Cadalso de los Vidrios.
Anteriormente, las fuentes lo consideraban como restos de una mezquita-fortaleza del período andalusí que dataría de finales del siglo X y principios del siglo XI. Actualmente, los restos más antiguos del yacimiento datan de los siglos XII-XIII en sus primeras fases constructivas y pertenecerían a la Ermita de la Encomienda de San Antonio Abad. Su posición periférica en el conjunto de la villa y extramuros a la misma constituyó un lugar idóneo para realizar enterramientos. La función de camposanto fue compartida a partir de finales del siglo XVI con la iglesia parroquial intramuros de Nuestra Señora de la Asunción, abierta al culto en 1578, a cuyo flanco meridional se adosó un cementerio. Es precisamente en estas fechas, finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, en la que las investigaciones datan el abandono del templo, aunque los enterramientos continuaron produciéndose al menos durante los dos siglos siguientes.
Posteriormente, Cadalso vive un período de declive: la población de los siglos XVI y XVII casi doblaba a los habitantes del siglo XVIII. No obstante, en el siglo XVIII empieza a desarrollarse en la localidad una importante producción industrial vidriera, que es origen del nombre actual del municipio. El monarca Carlos III fundaría en la población la Real Fábrica de Vidrio que suministró cristalería a la Real Botica del Monasterio de El Escorial, aunque el origen de esta actividad data del siglo XII. La industria del vidrio y la producción de aguafuerte constituyeron el sustento económico de la localidad durante los siglos XVIII y XIX.
A finales del siglo XX el templo románico-mudéjar del yacimiento presentaba un estado de ruina total, que se acentuó con las actuaciones del propietario particular de la parcela. En 1988 se le concede un permiso para desescombrar y limpiar la finca. El propietario de la parcela procedió en ese momento a derribar con una pala mecánica los restos de muros y arco mudéjar, reutilizándolos a continuación como cimientos para una urbanización que se estaba construyendo en el casco urbano. Gracias a la denuncia de una asociación cultural se paralizó la destrucción del yacimiento. Desde los años 90 se suceden las intervenciones de estudio y recuperación del yacimiento, que se incluye desde el año 2004 en el Plan de Yacimientos Visitables de la Comunidad de Madrid.
Yacimiento La Mezquita en Cadalso de los Vidrios
Los restos del edificio de la iglesia románico-mudéjar presentan diversas fases de construcción, remontándose sus inicios a los siglos XII-XIII, con posteriores ampliaciones del oratorio fundacional hacia el norte y el este. Estas adiciones posteriores incluyen el presbiterio, el ábside, la sacristía y el sistema de salida de aguas; el campanario y el pórtico de acceso en la zona septentrional. Las últimas fases estudiadas están datadas en los siglos XVI-XVII aproximadamente, que coinciden con la fecha de abandono del templo tras la construcción de la iglesia parroquial. Las investigaciones realizadas hacen corresponder la construcción de la nave central del templo con la fase fundacional del edificio de los siglos XII-XIII, a la que se le asocian las inhumaciones de la primera fase de la necrópolis.
Posteriormente, se produjo la ampliación oriental en la que se erigieron el presbiterio y el ábside semicircular y finalmente, se levantaron tres espacios anexos hacia la cara norte, antesala de unas estancias con función aún desconocida, junto al campanario, que presenta muros más gruesos que el resto del edificio, y la sacristía, en la que se encontró un pavimento de barro poco cocido.
El templo se configura mediante una planta rectangular de una única nave que mide 28 metros de largo por 13,70 metros de ancho aproximadamente. Destaca la amplitud del espacio, que probablemente estuvo articulado en origen a través de arcos torales, presentando un remate de cubierta a dos aguas. La cabecera de la iglesia, orientada al este, tiene una dimensión de 10 metros de ancho, estando ligeramente retranqueada respecto a la nave, que presenta restos de bases de pilastras y de cimentaciones de grandes piezas de granito. El ábside semicircular corresponde aproximadamente a la ampliación del templo realizada entre los siglos XV y XVI, época en la que también se adosaron al muro la torre, la sacristía, y el albañal o sistema de evacuación de aguas. Por su parte, el campanario está construido con sillares y sillarejos trabados con mortero.
Cabe reseñar la documentación sobre los restos de un arco mudéjar de ladrillo con tres arquivoltas del mismo material, que fue demolido durante las actuaciones de 1988 por parte del propietario de la finca. Este pórtico que presentaba restos de arcos se añade a la construcción fundacional en el siglo XIII, según concluyen los investigadores.
En los restos del templo se encuentran diversos materiales y tipos de fábrica según la fase constructiva a la que pertenezcan: ladrillo mudéjar, encofrados de cal y canto, mampuestos enfoscados y sillería labrada de granito en esquinas y zócalos.
La necrópolis del yacimiento está asociada a la presencia del templo, y se encuentra tanto en el interior del mismo como en el área exterior. Las excavaciones arqueológicas realizadas hasta el momento han permitido documentar diferentes momentos de uso del cementerio, en el que se han constatado más de cien tumbas que se distribuyen por las zonas norte, sur y oeste de la parcela e interior de la iglesia. Todas las inhumaciones presentan una orientación general O-E.
Se identifican así hasta tres fases de enterramientos distintos, que se corresponden con las tres fases de uso del edificio. Destaca una primera fase fundacional con tumbas excavadas en roca, predominantemente antropomorfas, excavadas en un nivel geológico de sustrato de granito muy disgregado y de tonalidad amarillenta. La tipología de tumbas de esta fase es la de enterramientos antropomorfos de cabecera recta fundamentalmente, hallándose algunos de cabecera circular y de bañera, siendo esta última la destinada a los enterramientos infantiles. Correspondería a una fase fundacional de los siglos X y XII que remitiría según algunas investigaciones a la posible existencia de un edificio anterior al actual.
La segunda fase se corresponde con el hallazgo de enterramientos en fosa muy simples, en los que los individuos han sido envueltos en sudarios e introducidos en un ataúd de madera, que se deposita en una fosa cubierta con tierra. Este tipo de inhumaciones aparecen superpuestas, de forma que han aparecido hasta cuatro individuos en una potencia estratigráfica de apenas 60 centímetros. En algunos puntos, estos enterramientos conviven con tumbas en fosa tapadas con cubierta granítica datadas en los siglos XIII-XV, y que se corresponden por relación estratigráfica y cotas a la fase fundacional del edificio actual.
Por último, la tercera fase de enterramientos se corresponde con los excavados a niveles deposicionales donde se documentan restos óseos fragmentados sin conexión anatómica y con gran diversidad de tipos de enterramientos, como los de fosa con cubierta granítica, los de lajas, y las tumbas realizadas en adobe. Esta fase se asocia por relación estratigráfica y de cota a la última fase del edificio actual, correspondiente a la ampliación y construcción del ábside, sacristía y campanario entre los siglos XV y XVI, y que coincide con la época de esplendor de la localidad de Cadalso de los Vidrios.
El gran número de enterramientos de Edad Moderna que se reflejan en las numerosas losas graníticas con inscripciones, que indican la condición noble de algunas de las familias inhumadas, refleja la importancia de la localidad en ese momento. También se registran en las lápidas numerosas gliptografías como marcas de cantero, signos lapidarios y grabados en piedra, así como alguna reutilización. De igual forma, a través de los enterramientos de la nave central que conservan lápidas funerarias con inscripciones epigráficas, se ha podido conocer el nombre de alguno de los inhumados en el yacimiento.
En base a la documentación conocida hasta el momento, cabe destacar elementos de cultura material aparecidos durante los trabajos de excavación arqueológica en el yacimiento. Entre los elementos encontrados cabe destacar las lápidas escritas con caracteres en letra gótica y humanística aparecidas en las labores de excavación y limpieza efectuadas en 1985, así como fragmentos cerámicos de época no especificada.
Asimismo, en la campaña llevada a cabo en 1989 y en la prospección arqueológica de 1993 se documentaron ocho maravedíes de cobre de Fernando VII y dos vellones pobres, óbolos y cuartos de vellón, así como un ajuar numismático del siglo XIII y monedas de los reyes Alfonso X y Enrique IV. También se registraron estelas funerarias de granito decoradas y diversos fragmentos de loza vidriada en blanco y rosado. Se han hallado asimismo elementos como platos, escorias de vidrio, un rosario de cuentas de vidrio azul, una cadena a base de eslabones en ocho de bronce, una cruz en hilo de bronce torsionado, clavos, tachuelas, tachones, alfileres, restos de tejido, una figurilla antropomorfa perforada en azabache posiblemente correspondiente a Santiago apóstol, una hebilla de cobre, unas pinzas, una llave, pulseras de pasta vítrea, etc.