Leishmaniasis

La leishmaniosis o leishmaniasis es una zoonosis (enfermedad transmitida de los animales al hombre) producida por un parásito del género Leishmania a través de la picadura de un insecto, el flebotomo o mosca de la arena, que actúa como vector. 

Una vez que los parásitos entran en el cuerpo a través de la picadura del flebotomo, pueden permanecer en la piel o extenderse a las membranas mucosas de la nariz, la boca y la garganta o a órganos internos como la médula ósea, el hígado o el bazo.

Más información en Leishmaniasis en personas.

El contagio a las personas se produce a través de la picadura del flebotomo (hembra) que ha ingerido sangre de un animal infectado por el parásito, es decir, de un reservorio. En España, el perro doméstico, y también algunos animales silvestres como la liebre y el conejo, suelen ser los principales reservorios de esta enfermedad, aunque también pueden actuar como reservorios otros animales como zorros, roedores, etc.

La enfermedad no se transmite por contacto directo de persona a persona o de animal a persona, ni por consumo de conejos o liebres enfermos.

La leishmaniasis humana abarca múltiples síndromes clínicos, las dos formas principales de enfermedad son:

• La leishmaniasis cutánea se caracteriza por la presencia de una o más lesiones ulceradas en la piel que se desarrollan entre una semana y cuatro meses después de la picadura. Generalmente son indoloras, aunque pueden ser dolorosas si se infectan. Normalmente se curan, incluso sin tratamiento, pero pueden durar meses o años y dejar cicatrices. En algunas ocasiones, puede extenderse a las mucosas de la nariz, la boca y la garganta (leismaniasis mucocutánea).
• La forma visceral es la más grave. Suele desarrollarse entre los dos y seis meses posteriores a la picadura, y afecta a varios órganos internos, habitualmente el bazo, el hígado y la médula ósea. Generalmente los síntomas son fiebre y pérdida de peso, acompañados de un aumento del tamaño del hígado y el bazo. También se pueden alterar los análisis de sangre (anemia, disminución de las plaquetas y los leucocitos).

La leishmaniasis está presente en más de 90 países en el mundo, principalmente en zonas tropicales y subtropicales. En Europa es endémica en los países mediterráneos: en España la mayor incidencia de la enfermedad se da en la zona del mediterráneo y meseta central.

El aumento de tamaño del hígado y bazo detectado en la exploración física, junto con el antecedente de picaduras y/o de viajes a zonas endémicas de leishmaniasis recogido en la historia clínica, inducen a sospechar la enfermedad. 

Las pruebas de laboratorio para determinar la presencia de anticuerpos específicos o del parásito en biopsias del tejido afectado permiten confirmar el diagnóstico.

La leishmaniasis tiene tratamiento y es eficaz. Se recomienda consultar con el médico para que decida el tratamiento más adecuado para cada caso, en función del tipo de leishmaniasis, la gravedad y del estado inmunitario del paciente.

La mejor manera de disminuir el riesgo de contraer esta enfermedad es evitar las picaduras del flebotomo, tanto dentro como fuera de casa:

• usar repelentes,
• emplear pantalones largos y camisa de manga larga,
• instalar telas mosquiteras de malla fina, etc.

El periodo de actividad de este insecto comprende los meses de mayo a octubre y el momento del día de mayor actividad es al atardecer y en las primeras horas de la noche.

Trabajar al aire libre a esas horas, dormir con la ventana abierta o no protegerse de las picaduras, aumenta la probabilidad de ser picado e infectarse.

Es recomendable llevar a su perro al veterinario periódicamente, que le aconsejará sobre las pautas sanitarias adecuadas.

El Plan Regional de Vigilancia y Control de Vectores recoge estas actuaciones, entre otras:

• Investigación y control del reservorio (perros, conejos, liebres y otros) y del vector (flebotomo): 
  1. Identificación de zonas de riesgo.
  2. Aplicación de medidas de saneamiento ambiental (limpieza y desinsectaciones).
  3. Control de superpoblaciones de lepóridos.

• Vigilancia epidemiológica activa de los casos notificados a la Red de Vigilancia Epidemiológica de la Comunidad de Madrid.

Prevención y control en la Comunidad de Madrid

Acuda a su veterinario si observa alguno de estos síntomas en su perro: pérdida de pelo, crecimiento anormal de las uñas, heridas que no cicatrizan (principalmente en la trufa y extremidades), inflamación del ojo, atrofia muscular (principalmente en la cara con expresión triste), cansancio, adelgazamiento, etc.

Los perros no transmiten la enfermedad por contacto directo con las personas. No obstante, si un flebotomo pica a un perro con leishmaniosis y posteriormente pica a un ser humano, le puede transmitir la enfermedad.

Es importante que ante la sospecha de leishmaniosis en el perro se acuda al veterinario para que lo diagnostique y paute en tratamiento adecuado lo antes posible. De esta forma desaparecerán los signos clínicos, mejorará la calidad de vida del animal y se limitará el riesgo de transmisión a personas y otros perros.

Conviene saber que el tratamiento no elimina al parásito que causa la enfermedad. por eso el animal necesita seguimiento y control periódicos por parte de un veterinario, combinado con el uso de collares repelentes, pipetas y otras medidas para evitar nuevas picaduras de flebotomos.

Solo en determinadas circunstancias, el veterinario podría recomendar la eutanasia del animal.

Es aconsejable:

• Aplicar periódicamente productos repelentes en los perros que los protejan de las picaduras de los flebotomos, el empleo de collares antiparasitarios y pipetas eficaces puede ser una buena opción (consulte a su veterinario).
• Que el perro no duerma en el exterior de la vivienda o en lugares que tenga más posibilidades de ser picado por el flebotomo.
• Aplicar insecticidas residuales de acción prolongada o pinturas insecticidas de contacto en las casetas de los perros.

El veterinario le informará sobre la disponibilidad de vacunas y de la protección que proporcionan a su perro frente a la enfermedad.
Su uso está indicado para la inmunización activa de perros negativos a Leishmania a partir de los 6 meses, para reducir el riesgo de desarrollar una infección activa y la enfermedad clínica después del contacto con Leishmania infantum. No se ha podido estimar con los datos disponibles el impacto de la vacuna en términos de salud pública y control de la infección humana.
Un correcto estado sanitario del perro lo hace menos vulnerable a la enfermedad, consulte a su veterinario o infórmese a través de los servicios municipales de salud.

Aunque puede padecer leishmaniosis, no está demostrado su papel como reservorio transmisor de la enfermedad.

Los perros domésticos son el principal reservorio de la leishmaniosis, pero hay animales silvestres que también pueden actuar como reservorios: zorros, roedores, liebres, conejos, etc.

En algunas zonas de la Comunidad de Madrid, las liebres y conejos silvestres están implicados en algunos de los casos de leishmaniosis. El adecuado control que se está efectuando de las poblaciones de liebres y conejos en esas zonas permite limitar que estos animales jueguen un papel activo como reservorios.

Como pasa con el perro, las liebres o conejos no contagian directamente la enfermedad; siempre es a través del flebotomo. Por ello, es importante protegerse frente a las picaduras, evitando transitar al anochecer y primeras horas de la noche por las zonas de riesgo y si ello no es posible, utilizando ropa de protección y repelentes de uso personal.

Sí, la leishmaniosis no es una zoonosis alimentaria, y por lo tanto no se transmite por vía alimentaria. No existe ningún riesgo en su consumo, ya que la enfermedad se transmite a través de la picadura del flebotomo, y no a través del consumo de la carne o las vísceras del animal.